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SIN LAS EMPRESAS NO HABRÁ DESARROLLO SOSTENIBLE

Las compañías y sus alianzas con el resto de la sociedad serán la clave para lograr los 17 objetivos que el mundo se ha marcado para 2030.

PABLO LINDE (Madrid)

En el camino hacia un desarrollo sostenible del mundo, la sociedad funciona como una banda de jazz: cada músico tiene una partitura que debe complementarse con la de los demás. Esta metáfora fue adoptada ayer por varios de los asistentes en el debate que sirvió como presentación de Espacio Sostenible+, el foro creado por la Red Española del Pacto Mundial de la ONU para que las grandes empresas españolas analicen y compartan su papel en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y son precisamente las compañías uno de los músicos principales en los que se va a apoyar el logro de los 17 propósitos que el mundo se ha marcado hasta 2030 y que serán ratificados oficialmente este fin de semana en Nueva York.

Los contertulios coincidieron en señalar, en líneas generales, que para esta nueva etapa, la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) tiene que cambiar definitivamente el concepto “desfasado” de ayuda en forma de donativos para estar incorporada en el funcionamiento interno de las propias compañías. “La RSC es que tú en tu negocio estés contribuyendo al desarrollo. Te interesa que la sociedad prospere, porque cuanto más lo haga más clientes tendrás, podrás pagar más impuestos y la rueda funciona”, apuntó Elena Valderrábano, directora global de Ética Corporativa y Sostenibilidad de Telefónica, que participó en una charla dirigida por la coordinadora de Planeta Futuro, Lola Huete Machado, en la Sala de Encuentros de EL PAÍS. Junto a ellos estuvo José Luis Blasco, responsable de Gobierno, Riesgo y Cumplimiento de KPMG en España; el parlamentario europeo Ramón Jáuregui y Cristina Moral, responsable de la Responsabilidad Corporativa del Grupo Ferrovial, además de representantes de grandes y medianas empresas españolas.

El problema para que esto suceda es, en palabras de Blasco, que las empresas suelen ser “cortoplacistas”. “Tienen que rendir cuentas a los accionistas cada 31 de diciembre y resulta difícil incentivar el largo plazo. Esto debe cambiar, y lo está haciendo. Pensar en las necesidades de aquellos a los que atendemos genera longevidad empresarial y estabilidad, porque las compañías sordas que no escuchan lo que pasa fuera, simplemente perecen”, aseguró. En este sentido, Moral asumió que las empresas deben asumir un papel protagonista en la consecución de estos 17 objetivos.

Esto será imprescindible para su cumplimiento, según terció Ángel Pes, presidente de la Red Española para el Pacto Mundial en la charla posterior al debate: “Uno de los motivos por los cuales la ONU entiende que hay que incorporar al sector privado es porque la parte en la que se han conseguido Objetivos de Desarrollo del Milenio ha sido fundamental. Ahora lo va a ser todavía más. La inversión necesaria dará un salto de miles de millones a billones de dólares. Esta diferencia solo la puede aportar el sector privado, pero no en forma de donativos o filantropía, sino de proyectos empresariales que tengan un retorno”.

El parlamentario socialista Ramón Jáuregui, sin embargo, se mostró algo más escéptico con respecto a que esto pueda suceder así. “La responsabilidad social es algo voluntario. Algunas lo hacen bien, pero la mayoría no hacen nada. Y hay que empezar por las primeras obligaciones que tiene una empresa: pagar sus impuestos en el país donde opera. Muchas de ellas están realizando políticas fiscales agresivas. ¿Eso es RSC?”, se preguntó.

Es precisamente por eso por lo que muchas de las reflexiones giraron en torno al cumplimiento de las empresas, no solo con la sociedad, sino con sus propios empleados, sus clientes y sus proveedores. De ser así, en opinión de Valderrábano, sería suficiente para alcanzar los ODS.

Esta es precisamente una de las ideas con las que nace el Espacio Sostenible+: ser un foro para que las compañías se incentiven entre ellas a cumplir con la sociedad y consigo mismas.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/09/22/planeta_futuro/1442933151_879756.htm